«Maps to the Stars» y el Hollywood subterráneo

En el momento en que se hizo saber que el popular director canadiense David Cronenberg iba a poner en marcha un nuevo filme sobre las turbulencias de Hollywood, muchos comenzaron a sentir preocupación. Porque nadie como el magnánimo creador de películas de culto como «Crash», «Scanners» o «vinieron de dentro de…» para poner de manifiesto esa atmósfera malsana y turbulenta que está instaurada en la Meca del Cine, para reflejar los excesos y divismos de los personajes que campan por la gran pantalla. Tras un estreno estadounidense de éxito, aunque algo lejos del estilo que lo caracterizó en sus principios, «Maps to the stars» se alzaba como un momento idóneo en el que regresar a las características obsesiones y dejar un poco de lado la presuntuosa «Cosmópolis». Aunque, desgraciadamente, es una obra que ha quedado a medias en muchos conceptos.

Maps to the Stars

Todo lo que creíamos que iba ser ésta película hablando de semejantes temas, dirigida por el canadiense Cronenberg, se presenta ante nuestra mirada. Lo sórdido de maltratos infantiles, drogas, incendios, orgías… e incluso incestos. Nada que reprochar, aunque Cronenberg ha puesto todo su empeño en este trabajo mediante un guión que aspiraba a algo más, se ha quedado en una amalgama confusa. Los personajes están bien construidos, a pesar de ello, enseguida se comienza a vislumbrar que son histriónicos, arquetipos sin un trasfondo que vaya más allá de lo raruno o la excentricidad de sus acciones.

Bruce Wagner ha sido el guionista encargado de dar vida a este filme, algunos de los trabajos de este profesional son productos bizarros como «Pesadilla en Elm Street 3, guerreros de los sueños», este usa una prosa demasiado retórica con poco impacto y los diálogos tratan de abarcar más de la cuenta, tenemos el ejemplo del monólogo que repite en muchas ocasiones el personaje que interpreta la inestable Agatha Weiss.

En definitiva, «Maps to the stars» tiene como resultado el no ser una comedia, tampoco un drama, podemos calificarlo de sátira desaforada que va tocando diversos puntos sin acertar, finalmente nos encontramos con un cierre apresurado y desastrosamente superficial. Lo que viven los personajes se lleva al máximo, al extremo sin conseguir que el espectador se ponga en la cabeza de ellos y comprendamos sus motivaciones que acaban de la forma más melodramática posible. Los diálogos son salvajes, quizás demasiado evidentes y esto hace que el espectador quede lejos de la narración en sí misma.